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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA / BOOK REVIEW

Agua Caliente, el patio de recreo de las estrellas. Mafiosos, magnates y artistas de cine en el centro de esparcimiento más grande de América Paul J. Vanderwood, 2016, México, Colsan, El Colef, Colmich, 522 pp.

Lawrence Douglas TAYLOR HANSEN*


El historiador estadounidense Paul J. Van- derwood, quien falleció en octubre de 2011, fue el autor de varios libros sobre la historia de México en los siglos XIX y

XX. A lo largo de su carrera, le fueron otorgadas muchas distinciones, entre ellas la del Distinguished Service Award de la Conference on Latin American History, que le fue entregada póstumamente (Chicago, 2012). Agua Caliente, el patio de recreo de las estrellas, el último de sus libros, se publicó primero en inglés en el año 2010. La presente edición en cas- tellano ofrece una oportunidad para que los lectores en México y los demás paí- ses hispanohablantes lean esta obra en su propio idioma.

Hasta la fecha, no se ha elaborado ningún estudio académico dedicado al análisis exclusivo del complejo de Agua Caliente, con la excepción de obras como

Gobierno y casinos, de José Alfredo Gó- mez Estrada (2002), The Wild Frontier Moves South, de Lawrence Taylor (2002), y Agua Caliente: oasis en el tiempo (Pa- dilla, 2006), que tratan sólo de manera tangencial el tema.

En Agua Caliente se puede ver la cul- minación de la metodología del autor al tratar de compenetrar, por medio de un examen crítico de fuentes de archi- vo, hemeroteca, testimonios orales y una variedad de obras secundarias, las pro- fundidades de la época que aborda y las mentalidades de sus actores sociales. En particular, se aprecia su destreza para integrar la historia oral contemporánea con las evidencias documentales, al in- tentar reconstruir el pensamiento de los actores sociales del período y sus mo- tivos por medio de lecturas plausibles de la evidencia.


* El Colegio de la Frontera Norte, México, ltaylor@colef.mx

http://dx.doi.org/10.17428/rfn.v30i60.1811


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Vanderwood usa la técnica del pe- riodismo investigativo para despertar el interés del lector y sostenerlo a lo largo de los 23 capítulos del texto. Casi la mi- tad de la obra, a partir del capítulo ini- cial, trata de un robo armado cometido en mayo de 1929 contra un carro coupé Cadillac que llevaba las ganancias del casino y del centro turístico de Tijuana a un banco en San Diego. En un sitio llamado The Dike (El Dique), en Na- tional City, dos ladrones asaltaron el ve- hículo, llevándose el dinero (85 000 en efectivo y cheques) y matando al chofer y vigilante en el proceso. El autor narra, a lo largo del texto, la historia del robo; y poco después, la captura de los asal- tantes y un cómplice, su juicio y su destino. En otros capítulos describe el desarrollo del casino-resort de Agua Ca- liente, la influencia de la mafia en San Diego, la corrupción común entre sus fun- cionarios durante los años de la ley seca estadounidense, junto con datos sobre los orígenes del turismo y de la industria del vicio en Tijuana. Antes de su muerte, Vanderwood indicó que había escogido esta técnica peculiar de narración, poco común entre los historiadores, debido a su afición por la historia popular, particu- larmente obras como Midnight in the Garden of Good and Evil (1999) de John Berendt y The Devil in the White City (2004) de Erik Larson.

El autor comenta con detalle las ma- neras en las cuales los border barons –sobre

todo Wirt Bowman– trataron de compla- cer a las autoridades mexicanas, desde el período presidencial de Álvaro Obregón (1920-1924) hasta el de Abelardo L. Ro- dríguez (1932-1934), por medio de obse- quios y préstamos de dinero. Bowman, por ejemplo, había sido alguna vez el alcalde de Nogales, Arizona (1918-1919) y tenía intereses financieros en el ferro- carril que conectaba Arizona con los ranchos ganaderos de Sonora. Al esta- llar la rebelión de Adolfo de la Huerta (1923-1924) contra el gobierno de Obre- gón, Bowman aportó 250 000 dólares a la causa federal, mientras que Carl H. Withington, otro de los border barons que estaría involucrado en el proyecto de Agua Caliente, donó 80 000 dólares a cambio de una extensión al consorcio de casinos

A. B. W. de sus licencias de operación.

Los border barons también hicieron contribuciones financieras a las autori- dades regionales fronterizas. En 1921, por ejemplo, Bowman prestó al gobierno sonorense 5 000 dólares para la compra de materiales escolares (tiempo después cobró el préstamo). Desde luego, todos estos favores y aportaciones a las autori- dades mexicanas en sus distintos niveles resultaron, a lo largo, en grandes benefi- cios para los border barons en términos de los permisos obtenidos para la opera- ción de sus casinos y bares en México. Es evidente que no hubieran podido esta- blecerse con tanta facilidad en las zo- nas mexicanas con sus operaciones si no


hubieran cultivado tan asiduamente este espíritu de cooperación y apoyo mutuo con las autoridades en el poder.

Además de los tres inversionistas estadounidenses principales (Bowman, Baron Long y James N. Crofton) en el proyecto de Agua Caliente, había un cuarto personaje clave para el éxito de la empresa: Abelardo L. Rodríguez, quien, cuando se inauguró el casino-resort, era el gobernador del distrito norte de Baja California (1923-1929). Como hace hin- capié Vanderwood, de todos los gober- nantes mexicanos de la época, quizás haya sido Rodríguez el más dotado de talento empresarial. Uniéndose con Bowman, Long y Crofton como socio, en junio de 1926, Rodríguez compró los terrenos del sitio para la construcción del complejo turístico. La empresa formada para tal propósito se llamó la Compa- ñía Mexicana de Agua Caliente (Agua Caliente Mexican Company), dándole así una legitimidad formal según las leyes mexicanas al respecto. Como gobernador, Rodríguez también usó su autoridad y poder para arreglar la importación de cemento y otros materiales de construc- ción libre de impuestos para la cons- trucción de la presa Rodríguez (que sería importante para el suministro de agua para Agua Caliente); éstos fueron utili- zados, sin embargo, no sólo para la cons- trucción de dicha presa sino también para construir el casino-resort. Con el capital que había ganado de otras empresas (la

agricultura y la pesca, por ejemplo), Rodríguez, con las nuevas y grandes ga- nancias provenientes del casino-resort, logró acumular una riqueza considera- ble. Entre 1940 y 1960 fundó más de 60 empresas y, al final de su carrera como empresario, su nombre estaba vincula- do con 84 en total, siendo la mayoría en las áreas de la pesca, producción cine- matográfica, bancos, hoteles, bodegas y aeropuertos. Según Vanderwood, a su muerte, en 1967, se le consideraba el in- dividuo más acaudalado de México y uno de los más ricos del mundo.

Otro tema colateral que trata el autor tiene que ver con las obligaciones de los border barons a las autoridades mexica- nas a cambio del otorgamiento de las li- cencias, de pagar no sólo los impuestos obligatorios y los sobornos de costum- bre a los jefes y sus subordinados, sino también de contribuir al mejoramien- to cívico de la entidad. En diciembre de 1928, por ejemplo, Baron Long finan- ció la construcción de dos salones para ampliar las instalaciones de la Escuela Miguel F. Martínez, ubicada en el cen- tro de Tijuana. Los border barons también aportaron dinero para la construcción de la Escuela Primaria Álvaro Obregón (1929-1930), así como para la carretera entre Tijuana y Ensenada.

Las mejoras cívicas realizadas con el dinero de éstos no sólo ocurrieron del lado mexicano de la frontera. Frank Booze Beyer, por ejemplo, quien tuvo un papel


importante en la creación de la empre- sa de casinos A.B.W. (junto con Marvin L. Allen y Withington) también tenía varias propiedades urbanas y rurales ubi- cadas en la región de South Bay, San Diego (Chulavista y National City). En mayo de 1924, Beyer y su esposa hicieron un donativo para la construcción de un centro cívico y biblioteca pública para el pueblo de San Ysidro. De hecho, a lo largo de su carrera como hombre de ne- gocios, Beyer fue muy reconocido por sus obras de filantropía en esta zona.

En el texto existen algunos puntos discutibles o abiertos a interpretaciones distintas. Por ejemplo, al referirse el au- tor a la entrada de los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial en abril de 1917, comenta que seis meses después de este acontecimiento se terminó el con- flicto, en gran medida por la ayuda de las fuerzas bélicas estadounidenses; en rea- lidad, transcurrió un año y medio y fue el ejército británico bajo el mando del mariscal de campo Douglas Haig que die- ron los golpes contundentes al ejército ale- mán en los meses de agosto a noviembre de 1918. Adicionalmente, Vanderwood presenta a Japón como una amenaza para Estados Unidos durante este tiempo. Si bien existía algo de japonofobia en la pren- sa del período, el hecho es que, durante la guerra, Japón era país aliado de la Tri- ple Entente y, aun cuando haya sido en muchos sentidos un aliado nominal y que veía fundamentalmente por sus propios

intereses, tuvo un papel activo en la lu- cha contra las potencias centrales en las operaciones militares tanto en el Lejano Oriente (la toma de Tsingtao de los ale- manes en 1914 y una porción de sus dominios isleños en el Pacífico occiden- tal), así como su apoyo en la lucha contra los submarinos y demás unidades na- vales de Alemania y Austro-Hungría en el Mediterráneo. Si tuvo otros intereses, éstos se encontraban en Asia y la región occidente del Pacífico y no en la Amé- rica del Norte.

Otro punto discutible trata de la his- toria posterior de Agua Caliente, es de- cir, después de su clausura como centro de juego por el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas en julio de 1935. Si bien es cierto, como comenta el autor, que Cárdenas dispuso que fuera convertido en Escuela Industrial Técnica, subsecuen- temente, en 1946, ésta se fusionó con la escuela preparatoria federal para formar conjuntamente el Centro Escolar de Agua Caliente (que posteriormente fue renom- brado como la Escuela Preparatoria Lá- zaro Cárdenas a la muerte del expresidente en octubre de 1970). Para tener un cuadro más completo hoy en día del resto de la historia del complejo, hubiera sido me- jor agregar algunos detalles adicionales respecto a estos cambios y transformacio- nes. A pesar de estos puntos menores, el libro constituye la obra más completa y analítica que se ha hecho sobre el tema del casino-resort de Agua Caliente hasta


la fecha. Así mismo, consiste en un análi- sis excelente de un aspecto importante de los negocios fronterizos –tanto lícitos

como ilícitos– durante una época tur- bulenta en la historia de las relaciones entre los dos países.


REFERENCIAS

Gómez, J. A. (2002). Gobierno y casinos: el origen de la riqueza de Abelardo L. Ro- dríguez. Mexicali: UABC, Instituto Mora.

Padilla, A. ( 2006). Agua Caliente: oasis en el tiempo. Tijuana: IMAC.

Taylor, L. D. (2002). The Wild Frontier Moves South: U.S. Entrepreneurs and the Growth of Tijuana’s Vice Industry, 1908-1935. Journal of San Diego History, 48(3), 204-229.