La ciudad y los procesos trasfronterizos entre México y Estados Unidos

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Tito Alegría

Resumen

En este trabajo se presenta un esquema conceptual de interpretación del desarrollo urbano fronterizo y de la configuración espacial de los sistemas urbanos de las regiones en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Este esquema está constituido con dos conceptos centrales: "la adyacencia geográfica de las diferencias estructurales" y los "procesos nacionales, trasfronterizos y trasnacionales". Los conceptos y definciones se construyeron en forma inductiva con base en la evidencia histórica. Posteriormente son confrontados con la teoría del lugar central para reconstituir deductivamente el desarrollo urbano fronterizo. Se ha puesto principal atención sobre dos aspectos: primero, las características que distinguen a las ciudades fronterizas de las del resto de ambos países y, segundo, sobre cuál es la naturaleza de la influencia de la frontera en esa distinción. Las conclusiones se pueden sintetizar en que: 1) el desarrollo desigual y combinado entre las ciudades de ambos lados del límite internacional se debe tanto a las diferencias de las formaciones socioeconómicas de ambos países como a la diferente relación trasfronteriza que cada ciudad presenta; 2) en la conformación de las jerarquías interurbanas dentro de las regiones fronterizas las ciudades mexicanas dependen más de su localización en el borde internacional que sus homólogas estadounidenses; y 3) la teoría del lugar central es un buen instrumento de análisis del espacio urbano fronterizo cuando se obvian sus limitaciones geométricas y se introducen modificaciones dadas por el proceso de migración internacional y por el grado y tipo de accesibilidad trasfronteriza.ABSTRACTThis article presents a conceptual framework for interpreting border-area urban development and the spatial configuration of urban systems on both sides of the US-Mexico border. This framework rests on two cenytral concepts: "geographical proximity of structural differences," and "national, transborder, and transnational processes." The concepts were constructed inductively from historical evidence. Once defined, the concepts were applied in combination with central place theory in order to reconstitute border urban development through deduction. The article focuses primarily on two aspects of border urbanization: first, those characteristics which distinguish border cities from non-border cities in both the United States and Mexico, and second, how the border influences, or determines, these characteristics. The conclusions can be summarized as follows; 1) unequal but shared development between cities on the two sides of the international frontier is due equally to differences in socioeconomic structures and to the individual transborder profile which each respective city presents; 2) in the establishment of inter-urban hierarchies in border regions, Mexican cities show a greater dependence than do their US counterparts on the fact that they are located on the border; 3) central place theory is a useful tool for analyzing urban border space when its geometric limitations are removed and the theory is adjusted for the process of international migration and for the type and degree of transborder accesibility.

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Alegría, T. (2017). La ciudad y los procesos trasfronterizos entre México y Estados Unidos. Frontera Norte, 1(2), 53–90. https://doi.org/10.17428/rfn.v1i2.1654
Sección
Artículos

Citas

John Francis Bannon, The Spanish Borderlands Frontier 1513-1821. The University of New Mexico Press, 1974, pág. 27.

Raúl Fernández, La frontera México-Estados Unidos. México, Terra Nova, 1980. Estos poblados ya fronterizos en esos años seguían siendo extensiones de la antigua ruta "Santa Fe Trail", que comunicaba esas regiones con el este norteamericano.

Olivia Ruiz, "Between Mexico and the United States. A Mexican Middle Class in the Middle". Doctoral Dissertation UC Berkeley, 1984, pág. 73-90.

John Hawgood, Americas Western Frontier. Alfred A. Knopf, 1967, págs 119-201. Oscar Winther, The Transportation Frontier. Holt, Rinehart and Winston, 1964, pág. 103. Raúl Fernández, op. cit. También Ray Allen Billington, Americas Frontier Heritage. Holt, Rinehart and Winston, 1966, págs. 26-46.

Antes del desarrollo de las comunicaciones, y mientras se extendía el modo de producción capitalista, la ciudad latinoamericana era más autosuficiente interregionalmente, dependiendo en mayor medida de su región circundante para su abastecimiento; pero los centros más importantes (y no orientados a una fuente de materias primas) eran eslabones de flujos interregionales e internacionales de los productos y el capital de los sectores más rentables de esa época, como los metales, ciertos vegetales, y mercancías producidas capitalistamente. Sobre el cambio de las redes urbanas se pueden ver: Harold Carter, El estudio de la geografía urbana. Instituto de Estudios de Administración local, Madrid, 1983, capítulo 6; desde otro punto de vista, ver a André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America. Montly Review Press, New York. Sobre el tema para el suroeste norteamericano se puede ver: James W. Simmons, The Organization of the Urban Systems" en L. Bourne y J. Sirnmons, Systems of Cities. OUP, 1978; Alan Pred, The Spatial Dynamics of U.S. Urban and Industrial Growth. Cambridge, Mass, MIT Press, 1973.

Raúl Fernández, op. cit.

Desde la publicación de los trabajos de Frederick Turner a finales del siglo pasado, la historiografía norteamericana se ha ocupado de estudiar los procesos de constitución de fronteras. En esas investigaciones se muestran las diferencias entre los dos tipos de frontera en el capitalismo. El primero que denominan "frontier" es un proceso de frontera transitorio que se instaura en el lugar de encuentro de dos grupos sociales que tienen diferente procedencia, como ocurrió en Sudáfrica entre los nativos habitantes y los invasores europeos. Este proceso termina cuando alguno de los grupos encontrados domina al otro generándose una tercera nueva organización sobre la base de los dos anteriores, y cuando se define el límite de su dominio con una línea de frontera. La definición de esta línea que denominan "border", constituye la aparición del segundo tipo de frontera. La frontera entre México y Estados Unidos no escapó a esta manera de constitución de fronteras bajo el capitalismo. Sobre los seguidores de las ideas de Turner se pueden consultar las siguientes compilaciones: R. Hine and Binghams (eds.) (1963), The Frontier Experience. California; y Ray Allen Billington (1966), America's Frontier Heritage. New York, Holt, Rinehart and Winston. Visiones más críticas se pueden encontrar en George Wolfskill and Stanley Palmer (eds.), Essays on Frontiers in World History. Austin, University of Texas Press, 1981, donde destaca el artículo de Leonard Thompson, "The Southern African Frontier on Comparative Perspective".

Aunque la instauración del Estado-Nación es un proceso concomitante con la extensión mundial del capitalismo mercantil, la idea nació durante el renacimiento europeo, y su paternidad se le ha atribuido al italiano Nicolás Maquiavelo por las ideas que expuso en su libro más importante El Príncipe. Sobre esto, y de cómo evolucionó el Estado-Nación hasta el periodo entre las guerras mundiales, véase a R. H. S. Crossman, Biografía del Estado moderno. México, Fondo de Cultura Económica, 1978.

Un ejemplo de ello han sido los proteccionismos comerciales y contra la inmigración que Estados Unidos instauró en la tercera década de este siglo debido a la crisis de la depresión económica. Véase Jorge A. Bustamante, "The Migrants of the Border" en Stanley Ross (editor), View Across the Border. University of New Mexico Press, 1978.

Raúl Fernández, op. cit.

Raúl Fernández, op. cit., pág. 95.

Recordemos que en 1940 el centro del país se pudo comunicar con la frontera de Baja California por vía férrea, y sólo en 1946 a través de carretera.

Cuitláhuac Duarte, "La zona libre de México, un estudio jurídico sobre su desarrollo". Tesis profesional, Facultad de Derecho, UNAM, México, 1986, págs. 67 y 68.

En 1939 se creó el régimen de zona libre comprendiendo los territorios de la península de Baja California y parte del estado de Sonora, que ha tenido 10 prórrogas desde entonces, debiendo terminar en 1991. De manera casi simultánea se creó el régimen aduanal de la franja fronteriza, cuya extensión abarca la faja de 20 kilómetros de ancho a lo largo de la frontera. Ibidem.

Jesús Tamayo, Frontera: Políticas regionales y políticas nacionales en México. Cuadernos de Ciencias Sociales núm. 1, serie 4, Universidad Autónoma de Baja California. El autor remarca que los regímenes trasfronterizos nunca fueron totalmente libres por la existencia de bajos aranceles y de cuotas de importación para la mayor parte de los productos de consumo.

H. Hansen, "Development of the U. S. Border Regions" en E. Mendoza B. (coord.), Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos. México, El Colegio de México, 1984, pág. 219.

Sin embargo, en la década del setenta se redujo la importancia relativa del ingreso federal militar, y en la frontera la reducción fue mayor que la nacional. En otras palabras, en los últimos 15 años, el crecimiento experimentado en algunas ciudades estadunidenses de frontera ya no se ha debido a inversiones militares. N. Hansen, op. cit., pág. 232.

David Piñera, "Border Communities as a Field of Historical Investigation" en New Scholar 9, 1986, pág 136.

En los años veinte la frontera juega un rol importantísimo, cuando las cuotas de inmigración se volvieron un tema de interés binacional, y en 1924 se crea la patrulla fronteriza norteamericana para ejecutar la política de inmigración de ese país. Oscar Martínez, "La frontera en la conciencia nacional, 1848-1920. Comentarios historiográficos sobre temas selectos" en Estudios Fronterizos. ANUIES, 1981.

Jesús Tamayo, Frontera: políticas regionales y políticas nacionales en México. Cuaderno de Ciencias Sociales, serie 4, núm. I, Mexicali, UABC, 1988. Véase también M. Herrera, "Políticas del gobierno mexicano en la región fronteriza norte" en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 3, núm. 7, El Colegio de México, 1988.

Sobre estas diferencias existe una inmensa bibliografía en varios idiomas. Incluso la construcción de la teoría de la dependencia se basa en el énfasis de la complementariedad histórica de las formaciones sociales desarrolladas y las subdesarrolladas, pues el desarrollo de una ha necesitado de la otra y viceversa. Para el carácter global de estas diferencias véanse los trabajos de Ernest Mandel y Samir Amin; respecto al impacto espacial de los vínculos entre las dos formaciones sociales véanse algunos trabajos de André Gunder Frank y Aníbal Quijano, entre otros. Si bien México no ha sido estrictamente colonia de Estados Unidos anotaremos que Mandel (El capitalismo tardío, México, ERA, 1979; en el capítulo XI, muestra cómo las diferencias en las estructuras económicas entre los países metropolitanos y los periféricos, aunado a las relaciones entre ellos, han originado una mayor capitalización (y crecimiento) en los primeros que en los segundos. Las fuentes de las mayores ganancias de las metrópolis en detrimento de las periferias han tomado diversas formas desde que éstas eran sus colonias. En la época del imperialismo clásico (antes de la primera guerra mundial) las dos formas de explotación del tercer mundo eran las ganancias extraordinarias de las inversiones metropolitanas en la periferia y el intercambio desigual. Las ganancias extraordinarias, aunque tienen origen colonial, han persistido posteriormente y sus fuentes han sido las siguientes: a) la composición orgánica media de capital en las colonias era mucho más baja que la industrial de los países metropolitanos; b) la tasa media de plusvalía en las colonias también era frecuentemente superior a la metropolitana; c) el enorme ejército industrial de reserva en las colonias permitió que el precio de la mercancía fuerza de trabajo cayera incluso por debajo de su valor, mientras que en los países metropolitanos, han subido en cada periodo de auge económico desde la segunda mitad del siglo XIX; y d) el sistema colonial transfirió una parte de los costos indirectos del funcionamiento social capitalista al plusproducto precapitalista de las colonias. En la fase del imperialismo clásico la periferia se descapitalizaba debido a que parte considerable de su plusvalía producida capitalistamente era enviada a los países metropolitanos, donde era usada para incrementar la acumulación. El intercambio desigual significa que la periferia ha tendido a intercambiar cantidades crecientes de trabajo (o productos de trabajo) por una cantidad constante de trabajo (o productos de trabajo) metropolitano. Según el autor, la forma principal de explotación del tercer mundo hasta la segunda guerra mundial fue a través de las ganancias extraordinarias; posteriormente ha sido a través del intercambio desigual. La industrialización de la periferia a través de la maquiladora podría estar reeditando a las ganancias extraordinarias como forma prioritaria de explotación.

Mutuamente necesarias en el sentido que un país puede ofrecer factores de producción que en el otro escasea por insuficiente calidad o elevado precio.

Tanto la teoría de base exportadora o del comercio interregional como el modelo gravitacional apoyarían esta afirmación.

Jorge A. Bustamante, "La interacción social en la Frontera México-Estados Unidos: un marco conceptual para la investigación" en Roque González, La frontera norte: Integración y desarrollo. México, El Colegio de México, 1981. En este trabajo, el autor propone lo que quizás haya sido la primera "visión trasfronteriza" de la conceptualización de la frontera. El autor define como área fronteriza "a una región binacional geográficamente limitada por la extensión empírica de los procesos de interacción entre las personas que viven a ambos lados de la frontera" (pág. 39) en el reciente trabajo de Jorge A. Bustamante, "Frontera México-Estados Unidos: reflexiones para un marco teórico" en Frontera Norte, vol. 1, núm. 1, 1989; la idea del territorio delimitado por la interacción se mantiene, aunque el término "región binacional" se invalide por sus consecuencias "riesgosas" de ser utilizado en las relaciones fronterizas con Estados Unidos; la homogeneidad del área delimitada por la interacción la define con algunos indicadores de desarrollo social que hacen parecer ambos lados de la frontera más semejantes entre sí que a cada zona fronteriza con el resto de su realidad nacional respectiva. Las diferencias entre ambos lados de la frontera no introducen una ruptura sino una continuidad estratificada de la estructura social binacional en la región fronteriza (pág. 41). Aplicado al análisis urbano, el enfoque basado en el concepto de interacción debería enfatizar dos consideraciones: primero, hay que encontrar la explicación de los fenómenos fronterizos en las diferencias estructurales de ambos países que se manifiestan aún en el borde mismo; y segundo, que la interacción es un fenómeno que se da en circunstancias en que la accesibilidad entre dos lugares es posible por adyacencia o buena comunicación. La relación entre dos territorios ocurre cuando son complementarios, es decir, distintos; se intensifica cuando están cercanos. Por sus diferencias estructurales y su contigüidad, los integrantes de los pares binacionales de ciudades adyacentes mantienen relaciones trasfronterizas y presentan similitudes fenoménicas que las hacen parecer conformar regiones urbanas continuas. Sin embargo la espacial discontinuidad estructural (manifiesta en diferencias de precios y salarios) es lo sustantivo en la explicación de sus relaciones trasfronterizas. En síntesis, para definir la singularidad urbana fronteriza el concepto de interacción es necesario, pero no suficiente.

Al respecto véanse las compilaciones: Lawrence Herzog, Planning the International Border Metropoli; Monograph Series No. 19, Center for U.S.-Mexican Studies, UCSD, 1986. Joseph Nalven, Border Perspectives on the U.S.-Mexico Relationship; New Scholar, Vol. 9, 1984.

El término nacional es usado aquí en sentido fenoménico y no político-administrativo.

Una distinción sobre actividades fronterizas aparece en Mario Margulis y Rodolfo Tuirán, Desarrollo y población en la frontera norte: el caso de Reynosa. México, El Colegio de México, 1986, págs. 23-31. Los autores proponen clasificar a las actividades de la frontera en "fronterizas" y "no fronterizas". Las primeras serían actividades que dependan de la localización en frontera (sin decirnos en qué consiste la dependencia de esa localización); las actividades "no fronterizas" serían aquellas que no dependen de su localización de frontera, y que se basan predominantemente en fuerza de trabajo y recursos nacionales. Como los autores no usaron un criterio homogéneo discriminador entre fronterizo y no fronterizo, pueden existir actividades que se ajusten a ambos tipos de definición como los servicios de aduana, gobernación y comercio internacional, que realizándose con fuerza de trabajo y recursos nacionales, algunas de sus funciones sólo pueden realizarse en la frontera atendiendo a población fronteriza. También, la mayor parte de los comercios y servicios en la frontera utilizan fuerza de trabajo y recursos nacionales para llevarse a cabo, y casi todos podrían existir en cualquier ciudad del interior del país; según la definición propuesta, estas actividades no serían fronterizas, sin embargo, algunas de estas actividades tienen como principal mercado a continuos visitantes extranjeros. Los autores soslayaron estos inconvenientes conceptuales utilizando el nivel de riesgo de una actividad económica como indicador de su calidad de "fronterizo". Lo que lograron fue hacer más ambigua su definición de lo real: el mayor riesgo de la actividad fronteriza lo atribuyen implícitamente a la existencia de dos regulaciones (políticas) sobre una actividad; sin embargo, no toman en cuenta que ese riesgo existe para cualquier tipo de relación internacional independientemente de su localización, ni tampoco que la frontera es escenario de lo que muchos periodistas han denominado "tierra de nadie", es decir, el lugar donde muchas de sus actividades existen porque eluden las regulaciones (como cierto tipo de migración y de comercio). En consecuencia, la pregunta de si una actividad de la frontera es fronteriza o no, a mi juicio es una pregunta espuria.

La industria maquiladora es trasfronteriza para México en tanto sus insumos y productos tienen mercados casi exclusivamente norteamericanos. Cerca del 90 por ciento de sus empresas se localizan en urbes de la frontera mexicana. La migración itinerante es el proceso que realizan trabajadores mexicanos afincados en el lado sur de la frontera y que periódicamente atraviesan la frontera para trabajar temporalmente en territorio norteamericano. La trasmigración es el proceso realizado por trabajadores mexicanos que viviendo en las ciudades mexicanas de la frontera, día con día atraviesan la frontera para asistir a sus empleos en el lado norteamericano. El proceso de comercio de subsistencia son los desplazamientos trasfronterizos que hacen habitantes de ambos lados de la frontera para comprar bienes (principalmente no duraderos) de consumo final para el hogar. Otros importantes procesos son: el turismo trasfronterizo, que realizan habitantes de las regiones de frontera de ambos países con movimientos relativamente cortos y principalmente menores que un día de duración; el ahorro trasfronterizo, que ocurre cuando mexicanos (principalmente) habitantes de la frontera utilizan el sistema bancario norteamericano para ahorrar; y, el comercio de reuso, que es el submercado trasfronterizo de bienes usados de consumo final provenientes de las regiones de frontera norteamericana y que son consumidos, reciclándolos, por habitantes del lado mexicano.

Desde mediados de la década de los años sesenta, los procesos trasfronterizos incrementaron su importancia sobre aquellos trasnacionales que les habían otorgado a las localidades fronterizas la función urbana de "puente" internacional. Como expresión de este cambio, la población dejó de crecer más rápido que el empleo en las ciudades mexicanas fronterizas más importantes, generando mejores condiciones de arraigo de la gran población flotante de aquella época. Esto se visualiza a partir de las conclusiones de: R. Ramírez y V. Castillo, La frontera México-Estados Unidos. Estudio de las economías de Baja California y California. Mexicali, B. C., Universidad Autónoma de Baja California, Cuadernos de Economía, Serie1, Cuaderno 1, 1985; y de R. Cruz y R. Zenteno, "Un contexto geográfico para la investigación demográfica de la frontera norte de México", ponencia presentada al Simposio Binacional de Población en la región fronteriza México-Estados Unidos, realizado en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, 1985. Conclusiones similares aparecen en Tito Alegría, Crecimiento y estructura urbana de la ciudad de Tijuana. Situación actual y perspectivas. Tijuana, COLEF, Cuaderno de Trabajo (en prensa).

Niles Hansen, The Border Economy. University of Texas Press, 1981, pág. 22.

Una útil revisión bibliográfica sobre el tema se encuentra en el trabajo de B. Graizbord y C. Garrocho, "Sistemas de ciudades: fundamentos teóricos y operativos", CONAPO, México, (1986), documento de trabajo.

En el modelo del lugar central, el tamaño urbano expresa la nodalidad y no sólo la centralidad. En el modelo: N=C+L, donde N es la nodalidad o importancia absoluta, C es centralidad o importancia relativa a otras localidades o jerarquía funcional (dada por el umbral), y L es la importancia local o tamaño del consumo interno. Esto quiere decir que L no depende directamente de la jerarquía interurbana, y que el tamaño de población de la ciudad depende tanto de C como de L. Más adelante veremos que ambos, C y L, pueden estar compuestos, también, por funciones especiales. Sobre este tópico se puede ver a R. Preston (1971), "The Structure of Central Place System" en Economic Geography, No. 2, vol. 47.

Sobre esta manera simplificada y más realista de formular el modelo se puede consultar el clásico trabajo de Brian Berry y William Garrison (1958), "Recent Developments of Central Place Theory", en Regional Science Association, Papers and Proceedings.

Harold Carter, op. cit., pág. 66. El autor concluye que ".....cualquier explicación en torno a la distribución de las ciudades no puede basarse exclusivamente en métodos relacionados con el análisis de lugares centrales, sino que necesita ser complementada, de manera integradora, con interpretaciones derivadas del análisis de actividades especializadas", pág. 67.

A. Lösch The Economics of Location. New Haven, 1954, pág. 105. En el modelo del autor, la concentración en algunas ciudades se debe a la posibilidad de especialización y al influjo de las economías de escala; aunque esta concentración se restringiría por los costos de transporte y los beneficios de una economía diversificada (economías externas). Recordemos que en este modelo, el sistema urbano-regional lo teje exclusivamente relaciones de compraventa interurbanas.

Es tentadora la analogía con el modelo de base económica, suponiendo actividades básicas a las que componen los procesos transfronterizos y trasnacionales, y como actividades no básicas a las que componen los nacionales o internos de las ciudades.

Harold Carter, op. cit., pág. 90. El autor citando A. Pred, The Spatial Dynamics of the US-Urban-lndustrial Growth 1800-1914: Interpretative and Theoretical Essays. MIT Press, Cambridge, afirma que el tamaño y el espaciamiento que ofrecen las ciudades son producto, en parte, de la forma en que se realizan las tareas especializadas que las ciudades desempeñan; pero, continúa, es evidente que cuanto mayor sea la dudad, o cuanto más avanzada sea la economía en términos de capitalismo occidental, tanto más plurifuncional se hará la ciudad.

Según el censo de población norteamericano, en 1980, el 1 por ciento de la población total de Estados Unidos, había nacido en México. En los seis ejes urbanos más importantes de la frontera de ese país, el 8.9 por ciento de la población de las ciudades fronterizas había nacido en México; mientras que alcanzó el 7.5 por ciento en las ciudades del interior. La diferencia de estos porcientos debiera ser mayor en función de la distancia desde la frontera hacia las ciudades del interior. Es más, en términos absolutos Los Angeles, Tucson y San Antonio, tienen más población nacida en México que San Diego, Nogales, Eagle Pass y Laredo, respectivamente (véase Cuadro Anexo 2). Las políticas migratorias distintas de ambos países son una razón principal para el diferencial de concentración de población migrante de ambos lados de la frontera: la política migratoria norteamericana obstaculiza la permanencia de migrantes (indocumentados) en su frontera, mientras la política mexicana no.

F. Bean, B. L. Lowell y L. Taylor, "Undocumented Mexican Inmigrants and the Earnings of other Workers in the United States". Texas Population Research Center Papers, The University of Texas at Austin, 1986, págs 8-9. Los autores remarcan la tendencia a que los inmigrantes indocumentados se concentren en áreas que tienen un gran número de otros inmigrantes, sobre todo en las áreas más urbanizadas del suroeste norteamericano. Así, del 1.1 millón de indocumentados mexicanos detectados por el censo norteamericano en 1980, Los Angeles tenía cerca de 45 por ciento y 12 áreas metropolitanas tenían más de las tres cuartas partes de este total (de esas 12 áreas metropolitanas sólo la de Chicago no se localiza en el suroeste norteamericano).

Tanto en la Figura 4 como la 5 se han elaborado con datos del Cuadro Anexo 2. Las distancias sobre los ejes trasfronterizos son kilómetros carreteros entre las ciudades. El, E2, etc., designan los principales ejes urbanos trasfronterizos; las ciudades que los integran aparecen también en el Anexo 2.

Pero también -y correspondientemente- porque no había limitaciones inmigratorias de parte de Estados Unidos, lo cual el migrante no tenía el imperativo, ni la posibilidad laboral de quedarse en la frontera.

El porcentaje urbano mexicano representa al total de personas que habitan en las localidades con más de 20 000 personas; el porcentaje norteamericano representa el total de habitantes de las localidades de más de 2500 personas, según criterio censal.

Un intento similar de comparación, pero con otra finalidad, se puede ver en Boris Graizbord, op. cit.