Productividad sin distribución: cambio tecnológico en la industria maquiladora mexicana (1980-1986)
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Citas
Los autores agradecen el financiamiento conjunto de El Colegio de la Frontera Norte y la Fundación Friedrich Ebert.
* Bernardo González-Aréchiga y José Carlos Ramírez. Director del Departamento de Estudios Económicos de El Colegio de la Frontera Norte, e investigador de dicho departamento. Se les puede enviar correspondencia a Blvd. Abelardo L. Rodríguez, núm 21, Zona del Río, Tijuana Baja California, Tels.: 842033, 842226, 842068.
Esto se refleja en los múltiples trabajos que definen a la maquiladora como actividades de ensamble simple intensivas en trabajo; véase por ejemplo, Mario Arriola Woog, El programa mexicano de maquiladoras: una respuesta a las necesidades de la industria norteamericana. Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1980, pág 134; y Jesús Tamayo y José Luis Fernández, Zonas fronterizas (México Estados Unidos). México, CIDE, 1983 (Colección de Estudios Políticos, Ensayo 2)
Véase entre otros: Laura Palomares A. y Leonard Mertens, "Automatización programable y nuevos contenidos de trabajo. Experiencias de la industria electrónica, metalmecánica y petroquímica secundaria en México" en Análisis Económico, vol. 6, núm. 11, julio-diciembre, México, UAM—Azcapotzalco, 1987; de los mismos autores, "El surgimiento de un nuevo tipo de trabajador en la industria de alta tecnología: el caso de la electrónica" en Estela Gutiérrez Garza (coord.). Testimonios de la crisis: restructuración productiva y clase obrera. México, Siglo XXI-UNAM, 1985; José Carlos Ramírez y Noé Arón Fuentes, "La nueva era de las plantas electrónicas y automotrices" y Bernardo González-Aréchiga y José Carlos Ramírez, "Transformaciones recientes de la industria maquiladora electrónica" en Bernardo González-Aréchiga ( coord.), La industria maquiladora mexicana en los sectores electrónico y de autopartes. México, Friedrich Ebert, 1989 (Documentos de Trabajo).
Una discusión más amplia, así como una aplicación de estos conceptos para países asiáticos aparece en Yukio Ikemoto, "Technical Progress and Level of Technology in Asian Countries 1970-1980: A Translog Index Approach" en The Developing Economies, vol. 24, núm.4 diciembre de 1986, págs. 367-390.
En la segunda sección se utiliza información del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) para el periodo 1980-1986, y en la tercera se usa información de una muestra de 257 empresas maquiladoras localizadas en Tijuana, Baja California, para enero de 1988.
Esta es la preocupación original del trabajo seminal de Roberto M. Solow, "Technical Change and the Aggregate Production Function" en Review of Economies and Statistics, vol. 39, agosto de 1957, págs. 312-320.
El trabajo seminal de este método también corresponde a Robert M. Solow, "A Contribution to the Theory of Economic Growth" en Quarterly Journal of Economics, febrero de 1956. Otro trabajo clásico en el tema es: Leif Johansen, "A Method for Separating the Effects of Capital Accumulation and Shifts in Production Functions Upon Growth in labour Productivity" en Economic Journal, vol. 71, diciembre de 1961, págs. 225-250.
El trabajo se inició con la investigación acerca de la estructura de las funciones de producción. Originalmente predominó la función Cobb-Douglas, y posteriormente han cobrado importancia la de constante elasticidad de sustitución (función CES), y la llamada función de reducción translogarítmica. El trabajo empírico es muy amplio véase T. Cowing, D. Reifschneider, y R. Stevenson, "A Comparison of Alternativa Frontier Cost Function Specification" en A. Dogramaci (ed.), Developments in Econometric Analyses of Productivity: Measurement and Modeling Issues. Boston, Kluwer-Nijhoff Publishing, 1983.
Esto se estudia por medio de la dualidad entre funciones de costos y de producción; también conviene ver a John W. Kendrick y Ryuzo Sato, "Factor Prices, Productivity and Economic Growth" en American Economic Review, vol. 53, parte 2, junio-diciembre de 1963.
Véase Edwin Mansfield, "Technological Changes: Stimuli, Constraints, Returns: Rates of Return from Industrial Research and Development" en American Economic Review, vol. 55, mayo de 1965.
Véase Paul A. David y Th. Van de Klundert, "Biased Efficiency Growth and Capital-Labor Substitution in the U.S., 1899-1960" en American Economic Review, vol. 55, marzo-junio de 1965.
Este tema da lugar a una gran discusión acerca de! crecimiento de la eficiencia de los factores productivos (el llamado factor-embodied or factor-augmenting technical change), y las distintas formas de neutralidad del crecimiento en la productividad. De esta discusión salieron los términos de neutralidad tipo Hicks, tipo Harrod y tipo Solow. Una definición rigurosa de los distintos conceptos de neutralidad aparece en: Pam A Yotopoulos y Jeffrey B. Nugent, "Technological Change" en Economics of Development: Empirical Investigations. Nueva York, Harper and Row Publisher, 1976, págs. 144-166.
Dos trabajos que adoptan esta perspectiva son: María Beatriz García Castro, "Los determinantes de la productividad (revisión de la evidencia empírica en cinco actividad industriales mexicanas)" en Análisis Económico, vol. 6, núm. 11, julio-diciembre de 1987' y José Luis Fernández y Rodolfo Navarrete, "Determinantes del crecimiento del empleo en la industria maquiladora de exportación de México" en Economía mexicana: análisis y perspectivas. México, CIDE, enero de 1988. Cabe aclarar que problemas teóricos de este tipo (en especial el de la coexistencia de maquinaria con distinta fecha) han sido también ampliamente discutidos por ciertos autores de la llamada Escuela de Cambridge (Passinetti, Garegnani), que basan sus argumentos en la obra pionera de Piero Sraff Producción de mercancías por medio de mercancías. Madrid, OIKOS, 1977, (2da. parte) Una discusión general del tema aparece en C. Kennedy y A. P. Thirwall, op. cit. págs. 28-37.
En el contexto de la teoría neoclásica de la producción, especialmente aunque no exclusivamente en el ambiente perfectamente competitivo, las funciones de producción costos y ganancia conllevan la misma información técnica. Conociendo una de ellas se pueden derivar las otras, incluyendo las funciones de demanda de insumos y factores. La dualidad de las funciones de producción y de costos se expresa por medio del llamado Lema de Shephard (Shephard's Lemma), y la dualidad entre funciones de producción y de ganancia se expresa en el Lema de Hotelling (Hotelling's Lemma); ambos operan por medio de las funciones de demanda de insumos y oferta de productos. Una excelente exposición aparece en: Hal L. Varian, "Theory of the Firm" en Microeconomic Analysis. Nueva York, H. R. Varian, W. K. Norton and Company, 1978.
La perspectiva de la estructura del valor agregado se utilizó en: Bernardo González-Aréchiga "Deterioro de los términos de intercambio de la industria maquiladora, 1980 1985" en Foro Internacional, El Colegio de México, vol. 28, núm. 3, enero-marzo de 1988, págs 404-442. Además, esta perspectiva se discute más ampliamente en: Bernardo González Aréchiga, "Estructura de la industria maquiladora de exportación: un ensayo de interpretación y búsqueda de conceptos" en Investigación Económica, Facultad de Economía, UNAM (en prensa).
Ejemplos de este tipo de análisis se resumen en: Pam A. Yotopoulos y Jeffrey B. Nugent, "Production Function and Profit Function: The Measurement of Relative Economic Efficiency" en P. A. Yotopoulos et al., op. cit.,págs. 87-104.
Leif Johansen, op. cit.
K. Arrow, H. B. Chenery, B. S. Minhas y R. M. Solow, "Capital-Labor Substitution and Economic Efficiency" en Review of economics and Statistics, vol. 52, agosto de 1961, págs. 225-250.
Una perspectiva analítica semejante fue utilizada para analizar el crecimiento del empleo maquilador 1979-1985 por José Luis Fernández y Rodolfo Navarrete, op. cit. Aquí es importante considerar que para diferenciar totalmente la ecuación es necesario que se cumplan dos condiciones: a) que (1) sea continua y diferenciable en Q/L, lo cual sugiere que debe existir un número infinito de técnicas (representadas por Ki/Li) en todo el intervalo de la gráfica de la función Q y 2) que los diferenciales dL y d Q/L se mantengan constantes a través del tiempo, pues ellos miden la razón de crecimiento de los factores.
Estos indicadores se obtuvieron calculando la suma ponderada de las tasas de crecimiento del trabajo con ponderaciones fijas del inicio del periodo.
Véase Robert M. Solow, "Technical Change and the Aggregate Production Function" op. cit.
La variable r es el precio implícito de los servicios de subcontratación que presta México a las empresas extranjeras medido en dólares corrientes.
Una de las limitaciones más fuertes de la información sobre las maquiladoras es la falta de índices del volumen físico de la producción y las importaciones, así como la falta de índices de precios al productor específicos para la industria.
Esto se debe a que más del 70.6 por ciento de los insumos utilizados por las maquilador mexicanas son de origen estadunidense. Véase U.S. International Trade Commission, The Use and Economic Impact of TSUS Items 806.30 and 807.00. Washington, USITC Publication 2052, enero de 1988.
En un sentido técnico esto implicaría que el cambio tecnológico de la industria no sea neutral; es decir, afecta la tasa marginal de sustitución técnica entre insumos. Por lo tanto la reducción de un insumo como el trabajo llevaría a la utilización más intensiva de otros insumos mas baratos (como sería la electricidad y el capital) que elevan el costo por trabajador (el valor agregado por obrero) aunque reduzca sustancialmente el costo total por unidad de producto.
Una discusión más profunda de este proceso de análisis aparece en: Bernardo González-Aréchiga, "La caída de los términos de intercambio de la industria maquiladora de exportación 1980-1986", op. cit.
El análisis empírico de Johansen se basa en estadísticas de 1924 y 1950 por lo que el supuesto de constancia de la elasticidad es demasiado restrictivo; él estima las elasticidades para cada industria en ambos años y toma el valor promedio de éstas. Nosotros suponemos la constancia de las elasticidades ya que nuestro método de estimación se basa en series de tiempo y no en sección cruzada como el de este autor.
La ecuación que se estima es: Wjt*Ljt = (l-aj)*Qjt; en donde Wjt es el salario medio pagado por cada industria en el tiempo t y las demás variables se definen como antes.
Se debe reconocer que los métodos de estimación utilizados no son eficientes, en el sentido que no utilizan toda la información que se requiere para encontrar estimadores más confiables. Este método se utiliza precisamente por la falta de datos sobre el capital y el valor de renta del capital, la cual imposibilita la estimación eficiente; de hecho, esta falta de información es la que obliga a utilizar el método indirecto de Johansen.
Una referencia obligada en este tipo de análisis aparece en Paul A. David y Van de Klundert, op. cit.
Esta sección deja de lado el análisis de la información publicada sobre la industria y se basa en una muestra de 257 empresas recolectada por el Departamento de Estudios Económicos de El COLEF y la Delegación de SECOFI en Tijuana para enero de 1988.
En el caso del cociente-Técnico por obrero, el estrato muy bajo aglutina a las plantas que tienen menos de 39 técnicos por cada cien obreros; el bajo se extiende de 3.91 a 7.7 técnicos por 100 obreros; el medio va de 7.71 a 14.1 técnicos; el alto va de 14.1 a 28.2 técnicos por cien obreros, y el muy alto es para las empresas que exceden la marca de 28.21. Para el valor agregado por obrero, el estrato muy bajo agrupa a las empresas con un valor agregado por obrero inferior a 431.5 miles de pesos mensuales; el estrato bajo rebasa la marca anterior pero se mantiene abajo de 863.0 miles de pesos al mes. En el estrato medio las empresas tienen un producto por obrero superior a 863.1 pero inferior a 1 045.0 miles de pesos mensuales; el estrato alto supera 1 045.1 pero no alcanza los 2 090.1 pesos mensuales y el muy alto rebasa este último limite.
El análisis aquí realmente se reduce a contrastar dos hipótesis separadas: una trata simultáneamente 325 grupos clasificados por rama, edad y tamaño de planta, y la otra trata 91 grupos por rama y origen de capital social. La capacidad de la máquina computadora no permitió manejar los cuatro factores simultáneamente con los 2 275 grupos.
Debe mencionarse que en el articulo de J.L. Fernández y R. Navarrete, op. cit., págs. 74-77, se concluye que el crecimiento de la productividad ha sido muy bajo. Este planteamiento es consistente con los resultados de este trabajo ya que estos autores miden precisamente el producto monetario medio (que es a lo que nosotros llamamos productividad media (Q/L) de la maquiladora y no la productividad física (nuestro gL); de hecho, ellos igualan el producto con el volumen de las exportaciones (ecuación (3) de este trabajo, pagina 72), esto imposibilita la medición de la productividad física, como se busca en este trabajo, y es la que se ha transformado durante la década de los ochenta.
Véanse los métodos de estimación así como una síntesis de estimadores de productividad agregada en Yuldo Ikemoto. op. cit. págs. 369 y 376.
La evidencia de este trabajo muestra que el crecimiento de la productividad de la maquiladora se ha dado precisamente por las tres vías, que, paradójicamente, según algunos autores, explican su estancamiento: 1) reducido y decreciente tamaño de las plantas; de hecho, la nueva tecnología permite incrementar la productividad en plantas de pequeña escala en virtud del predominio de las economías de alcance sobre las economías de escala; 2) las maquiladoras no realizan únicamente actividades de ensamble simple, ya que hay un número creciente de plantas que incluyen procesos completos de manufactura; y, finalmente 3) la escasa integración de insumos nacionales en muchos casos no implica la escasa integración de procesos sino al contrario, la transferencia creciente de segmentos adicionales del proceso productivo del exterior hacia plantas mexicanas; el abasto se hace desde dentro de la propia planta.